lunes, 18 de febrero de 2008

Los helados


Si hay algo que me gusta de la temporada estival es la aparición de una tremenda gama de sabores de helado. Pie de limón, tres leches, Berries, mocca chocolate, limón, cheesecake, entre otros que me hacen derretir la boca.

Tomar helado es un acto de plena satisfacción dulce, que envuelve la boca con un cierto escalofrío que recorre la espalda. Pero hay helados y otros que creen asemejarseles.

Ni pensar en los helados de máquina o también llamados americanos, hechos con quizá qué tipo de leche, máquinas sin limpiar, a todo sol en las entradas de las gelaterias. También tenemos los que venden en los restoranes de comida rápida, con sus salsas tan artificialaes y colores radiactivos. Ni hablar del que venden en las micros o troncales o buses de acercamiento. Esos no vale la pena mencionarlos...

Me encantan los helados suaves y cremosos al paladar. Los con trozos de fruta y chocolate. Me encantan, y se comen todo el año, aunque es más reducida la variedad, y por eso en el verano disfruto uno de postre, caminando en el anochecer, en mi cama viendo una película en la noche, o en los momentos en que te de placer.

Qué rico es compartir un envase de helado, a cucharadas con el otro, aunque a veces puede ser peligroso ya que siempre alguno saca cucharadas más grandes.

Me acuerdo en mi niñez de aquellos helados de agua que te dejaban la boca llena de colorante, clásicos como el Fredo y el Centella. El clásico Stereo y Chocolito, y las promociones de "vale otro" en los palitos.
No puedo dejar de mencionar los ricos helados artesanales de Quinoa, Mango y Maracujá que probé en Pica, y en cada lugar que visito no puedo dejar de pedir un rico helado.

Cada verano tiene algo diferente con los helados, para mí que no se acaben nunca, y sigan en invierno, porque no te quitan la sed, sólo te dan un momento de dulzura y placer.

jueves, 14 de febrero de 2008

Esperando las vacaciones


Cuando llega el verano, lo primero que se nos viene a la mente son las añoradas vacaciones, luego de un año muy trabajado.

El sol trae las primeras nociones de cuál será el lugar elegido para pasar los días de descanso. También empiezas a tener en cuenta cuánto estás dispuesta a gastar para esos días.

Ves destinos, ya estuviste en el norte, centro y sur. Quieres playa, obvio te encanta el mar y el sol. Pero también hay que ponerse de acuerdo, no sales sola!.

Ves las fechas apropiadas, ponerse de acuerdo con el equipo de trabajo, quién sale en tal fecha. Calendario aclarado, eres la última... fines de febrero... hay que buscar calor.

Lugar definido, las playas del sur de Brasil. Agencias turísticas, qué ofrecen, busquemos al mejor postor, pero difícila para esa fecha... igual quedan 2 cupos, listo!

Luego los preparativos: ropa, ropa, ropa, sandalias, maleta, repelente de bichos, botiquín, bloqueador solar, y otros que siempre quedan para el final.

A una semana de salir, estás ansiosa, los días son eternos, fomes, y ya todo el mundo ha salido a pasear. Pero no importa, cuando llegue el caos de marzo tú estarás tomando el sol en una paradisíaca playa de Brasil.

Valdrá la pena la espera? Sólo lo sabré el 24.


Una velada mágica


En un principio, las fechas siempre se recuerdan. Celebramos cada día en que recordamos algo especial.

Con el paso del tiempo, eso se va olvidando. Y ya no importan ni cumple meses, aniversarios, santos o día de los enamorados. ¿Será que ya no estamos enamorados?

Hoy fue una noche especial, una velada mágica como tú me dijiste. Y luego de un día infernal para ti, con un rostro triste, agotado y un poco agobiado por ciertas cosas que yo sé que te afectan, yo quería algo especial. No para el día de los enamorados, no por nuestro aniversario, si no más bien por lo que hemos recuperado, pasión, comprensión, comunicación, y re encanto.

Sushi, vino blanco, a la luz de las velas. Música, tú música. Lágrimas, besos y caricias.

No siempre se necesita de una fecha especial para poder decirnos lo que sentimos el uno por el otro.

No siempre se necesitan palabras para expresar lo que sentimos. Una mirada, una conección. Eso hizo que esta noche fuese una velada mágica. Volvimos a enamorarnos.

martes, 12 de febrero de 2008

En busca de la felicidad


Lo que más me impresiona de todo es la manera que te enteras de las cosas.No me gusta enterarme por correos electrónicos, me gusta la palabra directa, oida. Pero si no exite otra vía, y es lo más rápido y directo, no queda de otra.

Pienso en ese tiempo en que tu escritorio estaba frente al mío, las buenas migas que hicimos de un principio. Tu frescura y naturalidad. Luego, profundizar más en la vida de ambas. Conocernos, qué bien lo pasamos, encuentros, cigarros y café. Palabras, conversaciones, apoyo, y tu siempre disponibilidad para enseñar, y presentar otros puntos de vista.

Y ahora te vas, y lo supe por un mail!

Faltó tiempo, sin embargo alcancé a decirte muchas cosas que salieron del corazón, con honestidad.

Hay pena y una mezcla de sentimientos. Pero tengo plena convicción de que este viaje es un viaje en busca de la felicidad. La buscaste mucho, y ha pasado el tiempo, sine embargo llegó la hora, y es una oportunidad que abre las puertas a todo lo que te mereces.

Buen viaje, brilla como siempre, como tú eres, con la frente en alto, confianza y objetivos claros. Todos merecemos una nueva oportunidad, sobre todo cuando vas en busca de tu felicidad.

lunes, 11 de febrero de 2008

De todo lo que no te has enterado


Luego de pasar una larga estadía en casa, por motivos que no voy a mencionar en mi primer escrito, volví al work. Día a día, a medida que te vas encontrando, digo re encontrando, con tus colegas y compañeros, comienzas el proceso de socialización natural en la hora de almuerzo.

Primero, debes conocer quienes de tus partners tiene el mismo horario que tú, de manera que no sea una hora catastrófica, porque sí que es penoso almorzar sólo. Luego, comienzan los saludos típicos, el cigarro y la conversación. Y aquí comienzan a aparecer aquellos comentarios de los cuáles tú no tienes idea poruqe recién te estás re intengrando. La peor fase es escuchar y procesar las palabras que está diciendo el resto, y mayor aún, tener la valentía de decir qué pasó?, con miles de signos de interrogación, como traje del acertijo.

Comienzan las explicaciones, escuchas atentamente, para no perder detalle y conectar las neuronas para relacionar lo que te están contando. Fin de la hora, de vuelta al trabajo. Lavarse los dientes, y pensar en todo lo que te dijeron en esos minutos.

Vuelves a casa.

Otro día, otro almuerzo, nuevas noticias, comentarios, reglas, normas, y también los llamados cagüines.

Ya pasó un mes. Qué sorpresas! y todavía quedan tantas cosas de las que no te has enterado.